lunes, 8 de noviembre de 2010

Avatares misteriosos (I): Bosques en peceras y robots de cartón piedra

Esta entrada nace a raíz del visionado de la película Naves misteriosas (Silent Running en su versión original, bastante más sugerente y molón). Pese a no estar a la altura - cinematográficamente hablando - de títulos como 2001: Odisea en el espacio, Alien o Blade Runner (algún día tendré que ponerme a largar sobre estas tres joyas), se suele considerar al mismo nivel en términos de influencia en films posteriores y en el nivel de innovación que produjo en su momento. La mayor pega que ofrece es que, al contrario de las obras citadas más arrriba, esta película no ha envejecido tan bien. Nada bien, de hecho. Aunque comentaremos algunos detalles al respecto de su diseño de producción y sus efectos visuales, la "chicha" de la disertación va a centrarse en el argumento del film. La película es recordada especialmente como uno de los primeros alegatos ecologistas del cine, y en ese sentido, la misma contextualización extrema en la época de su realización que ha hecho que envejezca tan mal nos va a permitir analizar cómo ha cambiado nuestra sociedad al respecto del concepto de ecología y medio ambiente. Puede que alguno haya caído ya en que una película de reciente estreno y gran impacto mediático transmite  también un mensaje explícitamente ecologista: sí, efectivamente, se trata de Avatar, la última hipérbole futurística del director James Cameron. Lo cual brinda una oportunidad perfecta para hablar de ambas películas y reflexionar un poco acerca del cine de ciencia ficción y su influencia en la sociedad (y viceversa), y como aquí el que suscribe es dado a superenrrollarse cual hélice de ADN, he decidido hacerlo por partes. Así que para saber qué pueden tener en común estas películas separadas por 38 años de edad  y un abismo tecnológico,  tendréis que esperar a la siguiente entrada; mientras tanto, seguid leyendo para descubrir (o recordar) una de las películas más curiosas del género de ciencia ficción en la década de los 70.



Naves misteriosas supuso el estreno como director de Douglas Trumbull, un genio de los efectos visuales que tuvo mucho que ver con la revolución que supuso, en este aspecto, 2001 (estrenada unos tres años antes de la peli que nos ocupa). Ante el éxito de las maquetas utilizadas para la película de Kubrick, se abrió la veda a la hora de representar los viajes espaciales de manera algo más creíble que en décadas anteriores. En ese aspecto, los diseños de Naves misteriosas destacan con nota, especialmente el interior y exterior de las naves. La trama consiste, como toda buena película de ciencia ficción, en el desarrollo de una idea muy simple: ¿cómo podría la humanidad sopbreponerse a la destrucción de los ecosistemas terrestres por culpa de un excesivo desarrollo tecnológico-industrial? El film explora la posibilidad de que se crearan reservas gigantescas de flora y fauna y se cargaran a bordo de ciclópeos cargueros estelares, que esperarían en el espacio la posibilidad de repoblar de nuevo una Tierra regenerada (o, en su defecto, otro planeta). La idea es extravagante, pero da lugar a un escenario sencillo: la vida a bordo de uno de estos cargueros, poblados por apenas cuatro tripulantes humanos y un conjunto de androides para encargarse de las tareas de mantenimiento.


El diseño de los cargueros espaciales, cada uno equipado
con cuatro bóvedas conteniendo un ecosistema completo.


Sin entrar a desvelar los detalles de la trama, simplemente diremos que el detonante es el desobedecimiento de las órdenes de destruir las bóvedas por parte de uno de los tripulantes, el cual decide secuestrar toda su nave y encargarse él mismo de asegurar la salvaguarda del tesoro ecológico que contiene. Como buena película del género, aprovecha entonces para hablarnos de temas aún más complejos, mostrándonos las debilidades del ser humano obligado a vivir en soledad y desconociendo su futuro inmediato; uno de los grandes aciertos de la cinta consiste precisamente en la relación que el protagonista entabla con los androides de mantenimiento, cómo los considera sus compañeros de viaje e intenta por todos los medios sustituir artificialmente la falta de compañia humana (no penséis mal, degenerados, que no van por ahí los tiros). Así pues, la película juega con la ambigüedad que supone la relación entre tecnología y humanidad a lo largo de esta cadena de acontecimientos tan sencilla: el protagonista humano necesita de los robots para llevar a cabo su tarea de salvar la naturaleza, incluso para sentirse él mismo más humano. Creo que esta parte es la que inspiró al creador de una obra muy reciente, Moon (que ya comentamos aquí en su momento), en la cual el protagonista se ve enfrentado a vivir en soledad en una estación lunar con la única compañía de un androide. También en Moon se reflexiona acerca de qué es lo que realmente nos hace humanos; un tema que, en el fondo, se encuentra prácticamente omnipresente en todas las películas de este mismo género que hemos mencionado.


Si os parecen cutres los robots, esperad a verlos en movimiento. 
Del atuendo del colega mejor ni hablamos.


En resumen, Naves misteriosas transmite el mensaje claro y rotundo de que la flora y fauna del planeta es lo que lo convierten en un hogar adecuado para los seres humanos. Pretende avisar de que la tecnología sólo puede ayudar a la humanidad si ésta aprende a convivir y respetar la naturaleza. Es un mensaje muy típico de la cultura hippy que comenzaba en los años setenta a estar presente en el cine y la música; de hecho, la película abre y cierra sus créditos con una melosa (y bonita) canción de Joan Baez que enfatiza el componente hippiesco, lo cual es una de las razones por lo que se nota al film demasiado contextualizado para tratarse de una obra de ciencia ficción. Pero no deja de ser el reflejo de su época: el progreso aceleraba y los parajes naturales empezaban a ser víctimas de este avance, frente al desdén de la mitad de la población y la desesperación de la otra mitad. Una situación que iría progresando en décadas posteriores, hasta llegar a la época actual y eclosionar en una nueva cinta de ciencia ficción que nos volvería a recordar que debemos tener cuidado con lo que hacemos con nuestro planeta; sólo que lo haría de una manera bastante menos ingenua, y mucho más espectacular.

Permitidme pues que os emplace para la próxima entrada, donde nos sumergiremos en el fascinante mundo de Pandora para intentar encontrar un reflejo de lo que ya nos mostrara Douglas Trumbull, a bordo de sus "naves misteriosas", hace cuarenta años. Mientras tanto, os dejo con unas imágenes de la película acompañadas de la música de Baez:






5 comentarios:

  1. Una peli encantadora, tierna y buenrrollista. A mí los robotitos me gustan, pero es que mi reino no es de este mundo.

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  2. Hey, tengo que ver esta peli...y tu próximo post. No sé (creo que ahora ya no lleva acento, pero no "se" si me voy a poder acostumbrar) por donde vas a salir. Por cierto, me encantan las patitas de estos robotijos.

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  3. Veo que a los dos os han encandilado estos simpáticos abortos robóticos; la verdad es que tienen un carisma que heredaron sus descendientes más próximos, el dicharachero R2D2 y años más tarde el simpático robot recolector de mierda WALLE.

    El próximo post es algo más largo, que Avatar ha dado mucho que hablar y aquí no vamos a ser menos.

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  4. Vamos sin dudarlo tres nanosegundos, donde esté "Naves misteriosas" que se quiten avatares Cameronianos. Deseo leer esos fututros post mi estimado Dr Lithos.

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  5. videodromo, la continuacion la tienes ya publicada por ahi; eso si, me temo que aunque soy super critico con la desemesura Cameroniana, tambien reconozco que en algunos momentos me dejo llevar: esa peli para mi es un "guilty pleasure" que dicen los anglosajones, por mas fallos garrafales que sea consciente que tiene,por tonta que sea la peli en muchas de sus secuencias, hace poco la vi por segunda vez y me lo pase tan bien como la primera. ¡Me lo paso pipa con los robots gigantes, los pseudo-dinosaurios con dos pares de alas y la grotesca version indios y vaqueros mezclados con peli de vietnam y colores fosforitos!¡Me mola Pandora! Lo dicho: la disfruto como la peli de aventuras que sin sorprender a nadie te hace gozar como un crio. Supongo que es la "magia" del cine. O que soy bobo, no se.

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